Este es un blog que hoy empiezo con el proposito de compartir, procesar y aclarar algunos conceptos que atañen a los creyentes de la fe cristiana. No intento hacer un foro religioso o sectarista, y me abstendré de atacar otras religiones, a menos que haya que aclarar creencias erroneas a la luz de la Biblia. Busco, a traves de un estudio profundo de la palabra, contestar algunas preguntas de aquellos que tienen dudas (yo incluido) acerca de la forma en que algunas creencias y doctrinas han sido transmitidas a traves del tiempo. Para esto tendré que indagar en diferentes materias de estudio bíblico tales como la hermenéutica, historia, arqueología y algunas otras, que harán la misión más práctica e ilustrativa. Un punto muy importante que hay que tomar en cuenta es el hecho que hay cosas que no se pueden explicar o comprobar científicamente; donde la comprensión de las tales depende exclusivamente de la fe del individuo y/o de la revelación del Espíritu Santo.

Habiendo dicho ésto, empecemos nuestro recorrido...

Friday, February 11, 2011

Luis Buñuel y la antirreligiosidad religiosa

Yo soy ateo, gracias a Dios,” proclamaba Luis Buñuel en su habitual modo contradictorio, cuando se tocaba el tema de la religión; esa lucha eterna entre la negación y la aceptación de lo religioso, que fue la constante de su obra. Sin embargo, fiel a su crianza católica y a su amor por la cultura occidental --estimulados tal vez por un acogimiento inconsciente a la fe cristiana--, su obra epitomiza la condición espiritual del hombre pensante en la busqueda de su posición frente a lo desconocido, teniendo al Dios del cristianismo como referente primario.
     De la filmografía de Buñuel, una gran porción contiene motivos y personajes cristianos que son imposibles de pasar por alto: un viejo que lee versículos de la Biblia en voz alta, dos hombres que hacen su peregrinar religioso a Santiago Campostela, el anacoreta santo que vive en lo alto de una columna, un sacerdote y una novicia jovenes con conflictos espirituales, un Pastor protestante que no es ni bueno ni malo; y tantos otros elementos que bien pudieran dar lugar a sospechas de la religiosidad “encubierta” de don Luis.
     Pero, no es sólo el hecho que sus películas traten temas religiosos lo que hace suponer la inconsciente religiosidad del señor Buñuel, sino su manera de proyectarlos, demostrando siempre un conocimiento de causa que para nada es superficial, o neófito, sino que tiene la industria de lo que se es bien aprendido y practicado. En sus filmes las escenas de iglesia cobran vida por su realismo, y casi se puede oler el incienso y el humo de las veladoras, tan carácteristicos de la liturgia católica, lo que produce en el espectador la intensa sensación de compartir un momento "sacramental" con los personajes de la escena.
     Luis Buñuel no dudaba en gritar a los cuatro vientos que era "inanalizable" (no psicoanalizable). Pero imitando su propio estilo juguetón y antisolemne, nos podemos tomar la libertad de mirarlo bajo el lente freudiano, e insinuar que, detrás de su negación y resistencia, siempre existió el hombre que conservó el fervor del muchacho católico, que a los dieciseis años comulgaba de una forma regular. Y podemos pensar que todas esas alusiones de la cristiandad no eran sino manifestaciones de su subconciente, confesando a gritos su fe, con esa obsesión por el tema cristiano que siempre utilizó como parte del discurso --aunque fuera a manera de antítesis-- en su “disertación” de la verdad.
     Como última clave tenemos que considerar el hecho que don Luis pasó los últimos días de su vida en la compañía asidua del padre Julián, cura dominico con el que desarrollaría una amistad casi entrañable, y con quien también sostenía largas discusiones sobre religión y teología. Debemos también considerar el antecedente que el cineasta soñaba con el momento de la agonía, en que convocaría a sus amigos ateos para escandalizarlos, sometiendose delante de ellos (a manera de broma) al sacramento de la Extremaunción. ¿Y cómo sabemos si eso no pasó así, efectivamente...? Pero sin la broma.

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