Este es un blog que hoy empiezo con el proposito de compartir, procesar y aclarar algunos conceptos que atañen a los creyentes de la fe cristiana. No intento hacer un foro religioso o sectarista, y me abstendré de atacar otras religiones, a menos que haya que aclarar creencias erroneas a la luz de la Biblia. Busco, a traves de un estudio profundo de la palabra, contestar algunas preguntas de aquellos que tienen dudas (yo incluido) acerca de la forma en que algunas creencias y doctrinas han sido transmitidas a traves del tiempo. Para esto tendré que indagar en diferentes materias de estudio bíblico tales como la hermenéutica, historia, arqueología y algunas otras, que harán la misión más práctica e ilustrativa. Un punto muy importante que hay que tomar en cuenta es el hecho que hay cosas que no se pueden explicar o comprobar científicamente; donde la comprensión de las tales depende exclusivamente de la fe del individuo y/o de la revelación del Espíritu Santo.
Habiendo dicho ésto, empecemos nuestro recorrido...
Sunday, February 13, 2011
La sangre de Cristo
Después, cuando llegué al conocimiento de la verdad bíblica, me enteré impresionado que era precisamente la sangre de Cristo lo que hacía valer la experiencia cristiana y daba el valor inconmensurable a la crucifixión del Mesías. La sangre que Cristo derramó en la cruz es la que ha comprado la redención de nuestros pecados y nuestro acceso a la vida eterna, independientemente de la forma en que hayamos vivido antes de venir a él. Y era esto lo que simbolizaba el vino que bebió el Señor con los apóstoles en la última cena: "Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dió, diciendo: Bebed de él todos; porque ésta es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados". Mt. 26.27-28.
Ahora, la prefiguración de ese acto fueron los sacrificios de animales que se hacían bajo la ley del Antiguo Testamento. "Casi todo es purificado según la ley con sangre: y sin derramamiento de sangre no se hace remision [de pecados]". Heb. 9.22. Bajo la ley, los sacerdotes ofrecían sacrificios de becerros, chivos y palomas a Dios, mismos que tenían que hacerse de una forma continua para remisión de los pecados del pueblo (los fieles, desde luego). Además, los animales que se ofrecían tenían que ser muy selectos, sin mancha o defecto, para tener valor como ofrenda.
Fue por eso que Jesús, el hijo unigénito de Dios, y el único hombre perfecto que caminó sobre la faz de la tierra, tuvo que ofrecerse como sacrificio único, el cual ofreció una sola vez para redimir de sus pecados a los que aceptaran y creyeran en él: "Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, más por su propia sangre, entró una vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención". Heb. 9.12. Razón por la cual Juan el Bautista, bajo la inspiración del Espíritu Santo, se refirió a Jesús como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Jn. 1.29.
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