Este es un blog que hoy empiezo con el proposito de compartir, procesar y aclarar algunos conceptos que atañen a los creyentes de la fe cristiana. No intento hacer un foro religioso o sectarista, y me abstendré de atacar otras religiones, a menos que haya que aclarar creencias erroneas a la luz de la Biblia. Busco, a traves de un estudio profundo de la palabra, contestar algunas preguntas de aquellos que tienen dudas (yo incluido) acerca de la forma en que algunas creencias y doctrinas han sido transmitidas a traves del tiempo. Para esto tendré que indagar en diferentes materias de estudio bíblico tales como la hermenéutica, historia, arqueología y algunas otras, que harán la misión más práctica e ilustrativa. Un punto muy importante que hay que tomar en cuenta es el hecho que hay cosas que no se pueden explicar o comprobar científicamente; donde la comprensión de las tales depende exclusivamente de la fe del individuo y/o de la revelación del Espíritu Santo.

Habiendo dicho ésto, empecemos nuestro recorrido...

Thursday, May 26, 2011

El culto original al becerro de oro


Cuando Moises subió al monte Sinaí a entrevistarse con el Dios todopoderoso, y para recibir, entre otras cosas, los mandamientos de la ley, el pueblo estaba impaciente. Al ver que el guía se demoraba, le solicitaron al sacerdote, Aarón, que les hiciera dioses para que los guiáran, porque querían proseguir su camino.  Aaron pensó que tal vez tenían razón de estar preocupados por la tardanza de su hermano, y entonces les pidió todas sus alhajas de oro para fabricar un becerro de fundición que, de acuerdo al pueblo de Israel, representaría a los dioses que los habían sacado de la tierra de Egipto.
     Tan pronto como el sacerdote recibió las prendas, puso manos a la obra, produciendo así la figura de un becerro, que el pueblo acogió instantáneamente.  “Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón y dijo: mañana será fiesta a Jehová”. Ex. 32.5.  Lo que siguió fue de esperarse, ya que el pueblo se puso a celebrar y a ofrecer sacrificios.  Y comieron y bebieron, haciendo que Dios se enardeciera de tal forma, que quiso extinguirlos completamente y empezar de nuevo: “Yo he visto a éste pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz: ahora pues déjame que se encienda mi furor en ellos y los consuma: y a ti yo te pondré sobre gran gente”. Ex. 32.9-10.  Pero Moises, como el gran intercesor que era, oró y suplicó, persuadiendo al Señor que les perdonara la vida, para que no fuera en vano el esfuerzo al sacarlos de la tierra de Egipto con grandes milagros y fortaleza.
     Unos seiscientos años más tarde se repetiría la historia con Jeroboam, rey de Israel.  Sólo que éste no se conformó con un becerro, sino que hizo dos, repitiendo la fórmula: “He aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso el uno en Bethel y el otro en Dan”. 1 Re. 12.28-29.
     En el Museo Británico, de Londres, Inglaterra, se encuentra una figura del dios Apis, una de la deidades principales del panteón egipcio, de un culto que data por lo menos desde 1550 (alrededor del tiempo de Moises), y cuya figura coincide con las caracteristicas del becerro de oro de la Biblia y que, dicho sea de paso, se suponía representaba a un dios muy poderoso. 
     Todo esto coincide con las circunstancias en que el tal becerro fue adorado por los israelitas, lo cual explica --pero no justifica-- la adoración, ya que consideraban la “realeza” y “prosapia” de tales dioses como dignos representativos del Dios único y verdadero, Jehová.

Posesión demoníaca: ¿Existe?

La posesión demoníaca es, sin duda, uno de los temas más escabrosos en la teología de la iglesia cristiana.  Algunas denominaciones aceptan el fenómeno como algo verdadero, otras lo ignoran, y algunas otras lo consideran una afectación religiosa. Mientras la ciencia, por otro lado, trata de catalogarlo, de acuerdo a su sintomatología, como una enfermedad mental más.
     Pero, ¿en verdad existen los demonios? ¿Hay razones lógicas suficientes para creer que los demonios pueden habitar un cuerpo humano y hacerlo sufrir bajo su influencia? ¿Acaso será la creencia en la posesión demoníaca y el exorcismo una afectación de religiosidad extrema? 
     Sin tratar de extenderme, trataré de contestar a cada una de las preguntas de una forma clara y concisa.  Primero que nada habrá que decir que, como cristiano, yo no sólo creo que la Biblia es la palabra de Dios, sino que también creo que el contenido de ella es literal, a menos que se indique lo contrario; como en las parábolas e ilustraciones que Jesús usaba para transmitir algunos conceptos, por ejemplo. O, incluso en algo de la simbología utilizada en el Apocalipsis, cuya interpretación va implícita si se sigue el contexto de lo que dice.  
     Los demonios existen, y son los ángeles que siguieron a Satanás en su rebelión contra el Dios todopoderoso, de los cuales la Biblia dice: “A los ángeles que no guardaron su dignidad, más dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día”. Jud. 1.6.  Y son estos mismos los que andan merodeando, en la nada, tratando de encontrar gente que les de cabida con sus actividades espirituales equivocadas. Por eso el apóstol Pablo nos previene que tomemos la armadura de Dios: “Para que podáis estar firmes contra la asechanzas del diablo.  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”. Ef. 6.11-12.
     Al incurrir la gente en actividades espirituales erroneas como la práctica de la hechicería, la santería, curas alternativas que involucran rituales y adoración de ídolos u ofrendas a los tales, están abriendo una puerta para que el espíritu venga a morar en ellos. Y la Biblia es muy clara en prevenir a uno contra eso, pero alguna gente aun así decide hacerlo y se sale automáticamente de la protección divina, a través de actos de rebelión y desobediencia. 
     “Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”, dice Jesús en el evangelio de Mateo (12.43). Pero, ¿como va a salir un demonio de un hombre sin antes haber entrado en él? Es así como se contesta a la segunda pregunta, porque además dice el Señor que, si el hombre no toma provisiones espirituales para estar protegido, el espíritu inmundo deambula y merodea: “Entonces dice: Me volveré a mi casa de donde salí: y cuando viene, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados moran allí; y son peores las cosas últimas del tal hombre”. Mt. 12.44-45.
     Pero hay una cura contra la posesión demoníaca, y es ésta la respuesta a la tercera pregunta. Dice la palabra que Jesús, “llamando a sus doce discípulos les dio potestad contra los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y toda dolencia”. Mt. 10.1. Como se verá, aquí no se mencionan doctores, psicólogos o chamanes; sino el puro poder de Dios, sobre toda calamidad. 
     A partir de aquí vino lo que se conoce como exorcismo, que es la capacidad de echar demonios de un cuerpo en el nombre de Jesús por el poder de Dios. Dice el libro de Hechos 16.18 que cuando la muchacha con espíritu pitónico hostigaba a Pablo, éste cansado de oírla, “se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora”.  Sólo se requirió hacerlo en el nombre de Jesucristo.  Está es la diferencia entre hacerlo bien, liberando a la victima de los lazos satánicos; o fracasar, causando un daño irreversible, como ha pasado en infinidad de casos en que se usa el nombre de María. Habiendo dicho esto, no veo la necesidad por ahora de ahondar más en el tema.

Van Gogh y el celo de Dios

De los grandes artistas que ha dado el mundo, hay uno que hoy tiene la misma vigencia que tenía hace más de 100 años: Vincent Van Gogh.  El extraordinario artista danés fue conocido por su arte expresivo de asco, angustia y desesperación por los tiempos modernos; algo parecido a lo que ha hecho famosos y ricos a artistas como Jean Paúl Sartre, en la literatura, y a al grupo Pink Floyd, en la música.  Pero lo que la mayoría de la gente ignora es que alguna vez Van Gogh fue un hombre de fe.
     “Todo lo que es verdaderamente bello y bueno, de belleza interior moral, espiritual y sublime en los hombres y sus obras, creo que todo viene de Dios”, escribió el artista a su hermano, Theo, en 1880.  Y luego añade, “estoy siempre inclinado a creer que el mejor medio de conocer a Dios es amarlo mucho.  Hay que amar desde una alta y seria simpatía íntima, con voluntad, con inteligencia, y hay que tratar de saber siempre más y mejor.  Esto conduce a Dios, esto lleva a la fe inquebrantable”.
     En el tiempo que Van Gogh escribió estas cartas estaba tratando de conseguir una plaza como misionero en Inglaterra, petición que le fue negada por no tener 25 años de edad. Esto, aunado a otros sucesos, contribuyó a una creciente amargura en el ánimo del pintor, que lo llevó a alejarse del camino del ministerio y a lidiar eventualmente con problemas emocionales y mentales, mismos que lo llevarían al suicidio.  “Tú sabes bien que una de las raíces o verdades fundamentales no sólo del Evangelio, sino de toda la Biblia, es: ‘La luz que brilla en la tinieblas’”, decía con vehemencia al escribirle a su hermano acerca de su impresión por el rechazo recibido.
     Hay algunos cuadros que son muy representativos de ésta etapa en el artista, como las pinturas Biblia abierta, Pieta, A la puerta de la eternidad y algunos dibujos con escenas de hombres y mujeres orando.
     Biblia abierta es un óleo donde quizá se representa más claramente la convicción espiritual de Van Gogh. Una Biblia abierta reposa sobre una mesa, con una veladora a punto de extinción en el fondo.  El trasfondo oscuro y el predominio del amarillo le dan a la pintura un estilo que recuerda a Rembrandt.  Enfrente de la Biblia está un libro pequeño de Emilio Zola, La Joie de Vivre, que muchos interpretan como una forma de darle preeminencia a la lectura mundana sobre la lectura religiosa.
     De que el artista estaba asqueado de la religión y la hipocresía de los burócratas religiosos, no cabe duda. Pero el cuadro éste, pienso yo, muestra una verdadera reverencia del pintor hacia la verdad contenida en la Biblia, a pesar de las religiones mal encauzadas. Además, la Biblia de Van Gogh está abierta en el capítulo 53 de Isaías: “…más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados…”.
     Para éste texto utilicé referencias extraídas del libro Cartas a Theo (1977), de Vincent Van Gogh.

Exorcismo vs. Psiquiatría

Entre los tantos libros que se han escrito acerca del exorcismo, hay uno reciente, que trata de la práctica de exorcismos en la iglesia romana contemporánea, visto, supuestamente, a la luz de la ciencia y la razón. The Vatican’s Exorcists: Driving Out the Devil in the 21st Century (Los exorcistas del Vaticano: echando fuera al diablo en el siglo 21) es el título del pretensioso libro, escrito por la periodista Tracy Wilkinson, que intenta desprestigiar una práctica que data desde los tiempos de Jesús, en favor de lo que se supone como la única institución capacitada para un estudio concreto y sobrio del alma: la psiquiatría.
     Wilkinson trata de exponer lo que ella considera una práctica supersticiosa, haciendo acopio de su experiencia como periodista y echando mano también de sus credenciales como jefa de buró en Roma por el periódico Los Angeles Times, en su cobertura del Vaticano.
     El primer cuestionamiento empieza con la duda de si el diablo es un ser verdadero, o la invención de algunos lideres religiosos para usarlo con fines políticos y de lucro. “En el siglo quinto, Agustín y sus colegas encontraron útil el advertir a la gente contra las insidias del diablo para fomentar la obediencia a través del miedo; era una forma de control político”, afirma Wilkinson. "Si el mal es una fuerza o poder activo, debe haber algún remedio o alguna forma de combatirlo", agrega más adelante la autora; como si la Biblia no fuera lo suficientemente clara cuando dice, “Someteos pues á Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá”. Santiago 4.7. 
     Otra de las cosas que Wilkinson intenta probar en su libro es el concepto del "mal, más que el maligno".  Empieza por decir que Satanás no es un nombre propio, sino un adjetivo que los escritores de la Biblia usan para referirse a un adversario, un acusador, o un obstáculo; algo así como lo que sucede con el nombre Lucifer, que no existe como tal, sino que es el latín del adjetivo lucero (portador de luz). En esto la autora tiene razón parcialmente, ya que efectivamente estos dos no son nombres sino adjetivos. Sólo que en la Biblia se mencionan en instancias muy particulares (p. ej. Isaías 14.12 y Apocalipsis 12.10), refiriéndose a un ser en concreto: el diablo.  
     Curiosamente, la autora incluye una disertación del padre jesuita Gerald O’Collins, uno de los clérigos que se oponen al exorcismo espontáneo, donde aclara que la oración del Padre Nuestro, cuando dice, “líbranos del mal”, en el idioma original está diciendo “líbranos del maligno”. En esto también tiene razón, porque el término griego poneyros que se utiliza aquí, es un adjetivo. Y con ésta aseveración --a la que la misma autora se suscribe-- contradice lo expuesto al comienzo del párrafo anterior.
     Al leer un libro como el de Wilkinson, lo más obvio es que la autora tiene una agenda y un afán muy claro de cuestionar la existencia de lo sobrenatural, la fe de alguna gente y, de pasada, exaltar una “ciencia” como la psiquiatría. Y es tan claro el afán de la autora que, además de no hacer una investigación a detalle y omitir una mención más enfática de gente que avala la práctica del exorcismo, también excluye la mención del verdadero papel que juega la psiquiatría en un mundo consumista y de  gratificación instantánea, como el mundo moderno en que vivimos.
     De acuerdo a Wilkinson, sólo la gente supersticiosa cree en la posesión demoníaca, porque es gente que se rehúsa a ver las cosas como son. Y ésta gente recurre a los exorcistas porque está predispuesta a reforzar sus sentimientos de mal espiritual, mientras que un psiquiatra la va a forzar a enfrentar sus ansiedades internas para confrontar sus “verdaderas enfermedades”.  Nada más alejado de la verdad, porque, para empezar, el papel principal de un psiquiatra es la prescripción de medicina. Y estamos viviendo un fenómeno, muy característico de los tiempos, en que una gran mayoría de los psiquiatras, patrocinados por las grandes corporaciones farmacéuticas, prescriben medicina a diestra y siniestra, en vez de tratar o referir a la gente, y evaluar así los casos más acertadamente. 
     La autora, empecinada en simplificar los fenómenos espirituales, le concede a la psicología y psiquiatría virtudes inexistentes y, de pasada, quiere diagnosticar todos los problemas emocionales, de conducta errónea y problemas del alma en general, como una condición mental. Si es así, ¿por qué todavía no se ha diagnosticado a los líderes psicópatas del mundo, quienes, a pesar de vivir en un mundo supuestamente civilizado y humanista, incurren en las más bárbaras de las conductas, al permitir y/u ordenar las peores masacres que se hayan visto en lo que va del siglo XXI; inclusive en lugares donde nunca se soñó padecer fenómenos así, como en Ciudad Juárez?
     Al final, Wilkinson proporciona una bibliografía de las fuentes consultadas, algunas de las cuales sólo se mencionan someramente en el libro. Lo cual corrobora que la autora tenía una agenda desde que empezó a escribir, porque las fuentes que usa más extensivamente son las que respaldan su punto de vista, como el libro American Exorcism, de Michael W. Cuneo.
     En el texto nunca hubo una alusión a gentes tales como William James o Carl Jung, que creían en los fenómenos paranormales. Al psiquiatra Scott M. Peck, quien escribió dos libros acerca del poder del exorcismo frente a la incapacidad de la psicología y psiquiatría, sólo lo menciona de pasada. Y desde luego que gente como el Doctor John L. Nevious, con su iluminador libro Demon Possessión and Allied Themes y la antropóloga Felicitas D. Goodman, con How About Demons?, ni siquiera le pasaron por la mente.  Incluso libros antiguos como The Malleus Maleficarum (1484), que trata del uso de la brujería en affairs políticos, podría ser utilizado para debatir poderosamente el argumento de la autora cuando quiere descalificar hechos sobrenaturales como meros actos de autosugestión.
     Pero no todo está mal en éste libro, ya que Wilkinson también incluye alusiones a gente de cierto prestigio con opiniones divergentes con la suya, lo que concede mucho al texto, porque ayuda al lector a tener un juicio personal del tema, y hacer así su propia indagación, usando estos nombres como punto de partida; lo cual demuestra una vez más que la gracia de Dios está en todo, y muchas veces los mismos que atacan  la verdad, y a la gente de Dios, están preparando la soga para su propia ejecución, como pasó con el infame Amán: “Y así colgaron a Amán en la horca que el había hecho aparejar para Mardocheo”. Esther 7.10.

Es puerco y es malo

El libro de Levítico, en el Antiguo Testamento, es uno de los libros que la mayoría de los lectores de la Biblia tratan de pasar volando, ya sea porque maneja mucha información que puede ser abrumadora, porque se les hace tedioso o simplemente porque no lo entienden; sobre todo en la cuestión de los rituales, leyes y amonestaciones.    
     Pero, lo que quisiera recalcar es que las prohibiciones de la Biblia, más que ser las prohibiciones de un Dios autoritario, son medidas de seguridad para su creación. Uno de los alimentos que el Antiguo Testamento prohibe terminantemente es la carne de puerco: “No comeréis de los [animales] que rumian, y de los que tienen pezuña. El puerco, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, más no rumia, tendréislo por inmundo”. Levítico 4, 7.  
     “Será que lo que a mi me gusta es ilegal, es inmoral o engorda”, dice una canción del popular cantautor Roberto Carlos; bueno, pues el puerco no es ilegal pero si es un animal inmoral, inmundo y desde luego que es rico en grasa engordadora.
     Cuántas veces no hemos oido la expresión “es más malo que la carne de puerco”. Y es que, en verdad mucha gente se ha enfermado de triquinosis después de disfrutar un platillo con la carne de dicho animal. El cerdo contiene por lo menos tres diferentes tipos de parásito: triquina, tenia y toxoplasmosis. Estos hacen que la persona ordinaria que consume su carne tiente al destino cada vez que incurre en tal indulgencia; debido, más que nada, al hecho que el cerdo es un animal limpiador de toxinas en el ambiente.
     El chancho se alimenta de todo y cuanto puede. Come animales vivos, muertos, limpios, sucios y hasta podridos. Algo parecido a lo que hacen los camarones y los cangrejos en el agua, que son prácticamente las cucarachas marítimas. Pero por ahora me ocuparé del cerdo únicamente. Ese fue el propósito expreso de su creación (limpiar el medio ambiente en que se mueven), y cuando la gente los come también se está alimentando de todo lo que ellos comen. Por algo, después de liberar al endemoniado gadareno (Lucas 8.26-39), Jesús permitió a los demonios expulsados entrar en un hato de cerdos; porque el cerdo era un animal inmundo de por sí.
     Pero tampoco se trata de juzgar a la gente por lo que come, porque a mi también me gusta el cerdo; y, como dijo el Señor a Pedro en visión, cuando le sobrevino el éxtasis en la azotea de la casa de Simón el curtidor: “Lo que Dios limpió no lo llames tú común”. Hechos 10.15. En otras palabras, la oración, la fe y la acción de gracias --para con Dios--, son poderosísimas. Claro que si se puede uno abstener de comer basura, para que comerla, por deliciosa que esta sea. Algo más en que pensar.

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