Uno de los mitos más sonados y aborrecibles que la gente ha inventado, contra Dios y la cristiandad, es que el pecado original fue el sexo, y que Dios está en contra de las relaciones sexuales. Y de acuerdo a esa patraña, todos los cristianos no son más que unos hipócritas, que niegan las funciones naturales del cuerpo. ¿Si Dios no quiere que tengamos relaciones sexuales, como se va a cumplir su orden cuando dice, “creced y multiplicaos”? Ni modo que todos los niños fueran a ser fruto del Espíritu Santo.
Este es uno más de los mitos que han llegado a nosotros a traves de erroneas doctrinas; que no son otra cosa que invenciones y tradiciones de hombres. Para empezar, el pecado original consistió en la desobediencia a la orden expresa que el Señor le dió a Adán: “De todo árbol del huerto comerás; más del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás”. Génesis 2.16-17. Como vemos aquí, en ninguna parte se menciona el tipo de fruto, ni mucho menos se dice que sea un afrodisiaco que fuera a incitar a Adán y Eva a cometer actos de alcoba.
De hecho, una de las instrucciones que nos da el apóstol Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, es que, como conyuges nos debemos a nuestra pareja y, por ende, debemos satisfacernos mutuamente: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido: e igualmente tampoco el marido tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os defraudéis el uno al otro, á no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en la oración: y volved á juntaros en uno, porque no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”. I Corintios 7.4-5.
Ahora, hay algunas instancias en que el sexo se prohibe, y esto es cuando se hace fuera del matrimonio, ó con otra persona que no sea la esposa o el esposo; ahí sí Dios no quiere ni que lo pensemos. En otras palabras, todo lo relacionado al sexo está contemplado para hacerse dentro del matrimonio: “Honroso es en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; más a los fornicarios y a los adulteros juzgará Dios”. Hechos 13.4.
Un libro muy ilustrador de la santidad del acto sexual, en el matrimonio, es el Cantar de los Cantares, en el Antiguo Testamento
SATANS est DEUX inversus .
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