Este es un blog que hoy empiezo con el proposito de compartir, procesar y aclarar algunos conceptos que atañen a los creyentes de la fe cristiana. No intento hacer un foro religioso o sectarista, y me abstendré de atacar otras religiones, a menos que haya que aclarar creencias erroneas a la luz de la Biblia. Busco, a traves de un estudio profundo de la palabra, contestar algunas preguntas de aquellos que tienen dudas (yo incluido) acerca de la forma en que algunas creencias y doctrinas han sido transmitidas a traves del tiempo. Para esto tendré que indagar en diferentes materias de estudio bíblico tales como la hermenéutica, historia, arqueología y algunas otras, que harán la misión más práctica e ilustrativa. Un punto muy importante que hay que tomar en cuenta es el hecho que hay cosas que no se pueden explicar o comprobar científicamente; donde la comprensión de las tales depende exclusivamente de la fe del individuo y/o de la revelación del Espíritu Santo.

Habiendo dicho ésto, empecemos nuestro recorrido...

Tuesday, March 29, 2011

La poesía y el amor que redime

 No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido”, dicen los primeros versos de “A Cristo crucificado”, soneto clásico de la poesía española; conocido por una máxima devoción expresada, que exalta, además, el sufrimiento de la crucifixión y el único tipo de amor que puede llevarnos a la redención: el amor a Dios. 
     Hasta hace algún tiempo, criticos y estudiosos no daban pie con bola respecto a la autoría de dicho soneto, y varios nombres se barajaron, incluido el de él poeta nicaragüense Rubén Darío. Después de varias elucubraciones, se llegó a la conclusión de que el autor no fue otro que Fray Luis de Guevara, religioso agustino que vivió de 1585 a 1646, aproximadamente. De acuerdo al libro La literatura mexicana, de Felipe San José G. (1985), él fraile mexicano fue conocido por versos y sonetos con un profundo acento místico, lo que hace más fácil la asunción acerca de su autoría del poema. 
     La razón principal por la que yo dudo que alguien con el talento y la inspiración de Rubén Darío fuera el autor de tal pieza, es porque, primero que nada, el caracter liberal de Darío y sus ideas sofisticadas acerca de lo espiritual distan mucho de ofrecer pistas acerca de un posible fervor cristiano. Además,  existen datos indicando que el hermoso texto apareció publicado por primera vez allá por el año 1628; y el autor de "Primaveral" no nacería hasta doscientos sesenta y un años más tarde.
     A continuación transcribo el poema para los que gustan de la verdadera poesía: 

No me mueve, mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni el infierno de todos tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves Señor: muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin tu amor, de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara
lo mismo que quiero te quisiera.

     Básicamente, lo que el poeta dice es que, cuando aprendemos a amar a Dios de tal manera --y sí se puede--, todo lo demás pasa a segundo término, porque ese amor nos mueve a hacer lo que sea con tal de acercarnos más a él. Y una forma de aprender a amar a Dios es pensando en el padecimiento indecible de Jesús en el madero, el cual sufrió por nosotros.   
     Cuando Josué, ya viejo, sabiendo que su muerte se acercaba, se despidió del pueblo de Israel; y una de las cosas que les previno fue: “Por tanto, cuidad mucho por vuetras almas, que ameís a Jehová vuestro Dios”. Jos. 23.11. 

No comments:

Post a Comment